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Un edificio histórico

EL MUSEO DIOCESANO “REGINA COELI“

 

          Se encuentra ubicado en el edificio del antiguo convento de frailes dominicos, bajo la advocación de  "Regina Coeli" (la Reina del Cielo).   

       Se funda en 1592 bajo la protección de Alonso de Velarde, señor del Palacio de las Arenas, pasando posteriormente a depender del Duque del Infantado. A principios del s. XVII se establecieron en el solar que hoy ocupa.

    La iglesia conventual, de una sola nave con capillas entre contrafuertes, fue consagrada en 1648 y el  claustro  se construyó a finales del mismo siglo.       

Contiene más de 8OO obras procedentes de gran parte de las parroquias de la región. Una de las principales características de este Museo es el aspecto popular de sus obras. Se observa una gran predominio de la escultura que junto con la cantería ha sido el oficio tradicional por excelencia en nuestra región.  

    Además de la iconografía y simbología de los santos más populares de la región, podemos observar otros aspectos propios del arte cántabro como son las relaciones e influencias  de Flandes y de Las Indias, así como de los   focos productores castellanos, Burgos y Valladolid principalmente, en la época barroca.

     Destacamos las colecciones de escultura gótica, los grupos de San Roque y San Sebastián, las sedas y  los marfiles hispanofilipinos, los esmaltes y la platería de todas las épocas, pero en particular la procedente de América.

El edificio   

 Creado en 1967, fue el  primer museo diocesano  de España, al amparo de la normativa  del  Concilio Vaticano II.  Las normar litúrgicas de dicho concilio aconsejaban una mayor austeridad  decorativa en los templos, por lo que muchas imágenes fueron  retiradas del culto y depositadas  en el Museo, sin perder  el derecho de propiedad la parroquia de procedencia.     

Se encuentra instalado en  el antiguo convento de dominicos “Regina Coeli”,  edificio construido en el siglo XVII.  Se trata del primer convento de Dominicos fundado en Cantabria,  bajo del patrocinio de  D. Alonso de Velarde, señor del Palacio de las Arenas de nuestra villa, en 1592. A su muerte sus hijos se desentendieron de la fundación y los dominicos recurrieron al Duque del Infantado, que  se encargó de la misma. La capilla  fue consagrada en 1648.  A los lago de la época barroca el convento gozó de gran prestigio religioso e intelectual y algunos indianos promovieron estudios de Filosofía y Artes en el siglo XVIII.  Su arquitectura es deudora de las tendencias herrerianas y clasicistas, destacando  el armónico claustro, que constituye el núcleo del Museo.    

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Las obras que contiene . procedentes de gran número de parroquias de la Diócesis de Santander, (que incluye también el burgalés valle de Mena)  reflejan las características del arte regional,  que salvo en las inicios de la Reconquista  y entre los siglos XIII al XV, -por el papel desarrollado por  nuestros puertos marítimos en el comercio castellano hacia  Europa-,  apenas tuvo relevancia  económica e histórica.   
    Su contenido abarca todos los géneros del arte mueble y por tanto manifiesta  las peculiaridades del arte de nuestra región, que se resumen en las siguientes: un marcado tradicionalismo, por estar al margen de los centros promotores castellanos,  aunque en algunas épocas -como en el inicio del barroco- se observa una mayor comunicación. Los artesanos desconocen las normas estilísticas , pero utilizan, con gran maestría en muchas ocasiones, los conocimientos técnicos adquiridos en los talleres comarcales.  .   
Este condicionamiento técnico, la pobreza de material y la escasez de  referencias determinan la  morfología y los defectos que presentan las obras más toscas y "populares", como la desproporción de los miembros más expresivos del cuerpo (cabeza y manos) siempre en aras de la expresividad.    Se observa un claro predominio de la escultura,-técnica tradicional en madera-, sobre las demás artes muebles y en particular sobre la pintura, debido a la escasa tradición pictórica.     
       A partir del siglo XVI se observan contactos con los talleres escultóricos castellanos, riojanos y  alaveses, que darán ocasión a la proliferación de talleres regionales, principalmente dedicados a la construcción de retablos para toda  Castilla, que alcanzarán gran desarrollo y prestancia en los siglos XVII y XVIII. Nuestros talleres más representativos (Cudeyo, Trasmiera, Limpias, Liendo, Camargo, Periedo...) reciben las influencias de las corrientes manieristas y romanistas, de finales del siglo XVI, así como a las del barroco realista castellano, del siglo XVII y en particular del gran escultor Gregorio Fernández.    
Por otra parte, un importante número de piezas reflejan la influencia colonial, producto de la emigración -indianos-, sobre todo a partir del siglo XVIII, como se aprecia en la indumentaria de las figuras -capas, sombreros-, así como en la riqueza de materiales, como la plata y el marfil. Son extraordinarias las obras de seda y marfil chino, procedente de Filipinas, así como la platería, de Méjico y Perú.    Cada obra que llega al Museo es sometida a un proceso de análisis  y catalogación, para luego  ser objeto de una intervención conservadora  antes de   proceder  a su ubicación en la sala o ámbito correspondiente.

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