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En construcción...

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l proyecto que plantea Daniel Ogier, escenógrafo y diseñador de vestuario de la Opera de Paris, consiste en un retablo de forma tradicional, en disposición vertical, que comprende predela, pisos y calles, con unas dimensiones de 7.10 x 7.60 de altura y podría ir ubicado en el segundo a tercer tramo de la capilla del Museo.

La idea principal es la reflexión sobre la regeneración necesaria en nuestros días ante   la incoherencia y las desgracias suscitadas por el progreso.  que provoca la ruptura de la relación entre el hombre y los demás elementos de la Creación divina, tomando como metáfora el Diluvio universal. 

Se hace especial referencia a los animales -que se sitúan en la calle central-   intentando salvarse de la catástrofe y la ignominia humana, sobre una balsa a la deriva, recordando el famoso cuadro La balsa del Medusa , de Gericault,  y el deseo de salvación ante la posibilidad divisar algún signo de esperanza.  A  lo largo de la evolución de la iconografía cristiana  los animales siempre son utilizados como personificación de las actitudes y valores humanos,  y particularmente como atributos de los santos, ( en este caso  se han escogido los  existentes en nuestro Museo ) y así, además de los cuatro vivientes del tetramorfos,  símbolos de los evangelistas, aparecen el perro de San Roque, el cerdo de San Antón, el dragón de la Inmaculada… etcétera  y el oso de Santo Toribio,  que aparece en el ático del retablo, como símbolo de regeneración, defendido por los niños ante la barbarie de la guerra . 

En el contorno de la calle principal, con una estética expresionista, se observan los  evangelistas  con sus animales simbólicos y los diez mandamientos,  que van perdiendo el agua purificadora del diluvio,  en nuestra sociedad en crisis,  mientras que en  centro de la predela, como cimentando la necesaria regeneración  se encuentra otra necesaria  Natividad del Señor,  con el Niño arropado y protegido, entre los animales  (la mula y el buey)  que en realidad son los protagonistas del retablo.

Este proyecto se recibe como donación gratuita, muestra de la gran  generosidad del autor,  gran pintor francés, escenógrafo de la Ópera de París y autor de diversos montajes en Castillos del Loira,  que posee obras generalmente de grandes dimensiones en iglesias francesas, formando parte de retablos o de la decoración frontal de las puertas de las cajas de los órganos. 

 

                                                                Enrique Campuzano.

 

DANIEL OGIER  

Paralelamente a una carrera de decorador en el cine (“Molière” de A. Mnouchkine, César de decoración de la pelicula en el Festival de Cannes, 1976), continua  su recorrido en el mundo de la Ópera, especializándose en el repertorio barroco, trabajando así en las más importantes escenas europeas. Al mismo tiempo desde los años 60 Daniel Ogier desarrolla su búsqueda pictórica.  Contrariamente a las tendencias anglosajonas de los años 70-80, él utiliza un estilo figurativo austero y trágico que plasmara en grandes formatos de mas de diez metros al decorar las puertas del Órgano de Plaisance du Gers, el altar y las vidrieras, en Francia, utilizando el tema recurrente en su obra: “el agua”.

Desde hace mas de diez años vuelve de manera impresionante con decorados barrocos en donde presenta sus pinturas y dando lugar a puestas en escena especialmente concebidas para cada lugar expositivo. Como es el caso del retablo del Diluvio para la iglesia del museo diocesano de Santillana del Mar. 

En Lyon fue con un retablo jesuita quemado, en Nápoles cien cuadros de pequeño formato que llenaban de arriba abajo una capilla del Palacio Real. En Romans, en el Museo Internacional del calzado, una montaña de zapatos ornaba el retablo en una capilla del convento de la Visitación, en Albacete fue el turno de un retablo de más de ocho metros de alto al que se llegaba por un camino sembrado de velas y cuchillos. En la Casa-Museo Antonio Padrón en Gáldar, Gran Canaria una instalación de cuadros y falsas placas mortuorias en homenaje a los animales y contra  el final de la existencia de nuestro planeta. 

El concepto se desarrolla en el sentido de un “Oratorio”, lugar de reflexión privado, Producto de una hipotética comanda, basada en la duda y la confusión, utilizando diferentes símbolos e imágenes dogmáticas de las principales religiones para poner en relieve sus contradicciones.

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